Hidratos de Carbono


Además de su clasificación molecular, los hidratos de carbono también pueden englobarse dentro de dos grupos, los simples y los complejos.

Los simples, como la glucosa y la fructosa se digieren muy rápidamente y pasan al torrente sanguíneo en minutos, generando una condición de hiperglucemia en la sangre, esto implica que la concentración de azúcar en sangre se eleva. Ejemplos: azúcar de mesa, dulces, bollería industrial, harinas refinadas, azúcar de uva o pasas, de los higos, plátanos, etc.

Para contrarrestar este efecto, nuestro organismo segrega una hormona llamada insulina, cuya función es trasladar el azúcar de la sangre a las células, sobrecargando los sistemas de producción de energía de las células, por lo que una vez que estos requerimientos están cubiertos, el exceso de hidratos de carbono se convierte en grasa. Esto puede generar un aumento de los triglicéridos en sangre y producir complicaciones cardíacas.

No obstante, es preciso tener en cuenta que los azúcares naturalmente presentes en la fruta, la miel, la melaza y los jarabes de cereales presentan una gran ventaja respecto de los productos refinados (como el azúcar blanco o sacarosa), porque éstos contienen una amplia gama de elementos nutritivos como minerales, fibra, vitaminas, ácidos orgánicos y enzimas; imprescindibles para su absorción y uso.

Por el contrario, los refinados no son más que alimentos vacíos, que no tienen ningún poder nutritivo y solo nos aportan calorías vacías, provocando una rápida elevación del nivel glucémico (de azúcar) en la sangre, con la consiguiente fatiga y desequilibrio en el sistema que lo controla.

Los hidratos de carbono complejos (almidones), a diferencia de los simples tardan más en ser absorbidos, por lo que producen una elevación más lenta y moderada de la glucosa en sangre. Ejemplos; cereales, legumbres, verduras y frutas. La fibra también es parte de estos glúcidos por eso el consumo de harinas, arroz o cereales integrales también produce una lenta asimilación.

En su composición se encuentran muchas moléculas de azúcar unidas por vínculos químicos. El organismo rompe estas cadenas gradualmente y reduciéndolos a carbohidratos simples como el glucógeno, que posteriormente es almacenado como principal reserva energética, tanto en los músculos como en el hígado. Este lento proceso permite mantener bajo control los niveles de azúcar en la sangre y, al mismo tiempo, pone a disposición del cuerpo un combustible de larga duración. Es por esto que los complejos tienen un impacto menor en los niveles de lípidos en sangre.

Esta diferencia entre los distintos tipos de carbohidratos evidencia que debe darse preferencia a los complejos, seguidos de los simples no refinados.



El Azúcar y sus efectos


Si nos remontamos a los siglos XIV y XV, antes de la llegada de la caña de azúcar a Europa, el azúcar que hoy en día consumimos no existía como tal, se utilizaban como endulzantes productos completamente naturales como la miel, y el hombre satisfacía su necesidad de sabor dulce a través del consumo de frutas frescas y secas. Pero con la llegada del azúcar refinado, se consiguió desplazar por completo su uso como tal, trayendo consigo una serie de efectos perjudiciales para nuestra salud.

Hoy en día, el azúcar que encontramos en los supermercados o en la mayoría de las casas es un producto obtenido a partir del jugo de la remolacha, o bien de la caña de azúcar. Industrialmente, a través de varios procesos físico-químicos de extracción y refinado se obtiene un hidrato de carbono simple llamado sacarosa, o más comúnmente azúcar blanquilla.

Al tratarse de un producto que ha sufrido procesos industriales de transformación, no es posible considerarlo un alimento en si, ya que todas las propiedades nutritivas que tenía en su estado natural han sido extraídas (fibra, vitaminas, enzimas, sales minerales), dando como resultado, un producto de alto valor calórico pero vacío de nutrientes.

Es por esto, que el azúcar blanco afecta a nuestra salud negativamente, creando una especie de adicción similar a la del café, nicotina o alcohol, acompañada de efectos dañinos en nuestro organismo. Al ser ingerida, nuestro organismo debe sustraer calcio, vitaminas del grupo B (especialmente B1), aminoácidos (triptofano y metionina), vitamina PP y minerales para completar su asimilación. 

También se relaciona con enfermedades cardiovasculares y obesidad, ya que su consumo excesivo provoca la acumulación y el exceso de grasa, ocasionando el bloqueo de arterias y capilares y como consecuencia, riesgos de padecer infartos cardiacos y cerebrales. A su vez, puede ser causa de caries dentales, acidificación de la sangre, descalcificación, arteriosclerosis, diabetes, acné, úlcera de estómago, colesterol, tensión nerviosa, problemas de circulación, sobreexcitación del páncreas, etc.

A pesar de todo esto, el azúcar refinado es un ingrediente que encontramos en un importante número de alimentos, y aunque no lo parezca, si nos detenemos a mirar las etiquetas de los productos que compramos, es sorprendente ver que el azúcar se encuentra en la mayoría de ellos, independientemente de tratarse de un alimento dulce o salado; por ejemplo en el pan de molde, tomate frito, embutidos, conservas, aderezos e incluso productos que dicen ser “dietéticos o naturales”. Es por este motivo que debemos tomarnos el tiempo de leer los ingredientes de los productos que compramos y evitar comprar aquellos que contienen sacarosa o azúcar blanquilla innecesariamente.

Si bien el aporte de calorías es similar, como alternativa al azúcar refinado, las principales fuentes naturales de azúcares son la miel y las frutas, que a diferencia de los artificiales, aportan al organismo nutrientes y minerales beneficiosos. En cuanto a las frutas, es mejor si las consumimos frescas, pues además de la fructosa y minerales, aportan enzimas y vitaminas. A diferencia de estas, las frutas secas (pasa de uva, dátil, higo, ciruela, etc.), tienen un contenido en azúcares mayor debido a que la evaporación del agua permite mayores concentraciones de azúcares y por tanto intensos sabores dulces naturales.